hacemos que chorreen delicias que en invierno hacen bien para el frío.

Recuerdo cuando notabamos la diferencia entre salado y ácido
y no probábamos lo picante por miedo a emborracharnos.
El delicado carmín de tus ojos mordidos por ese labio jugoso y nervioso
revive en mis sentidos mas golosos la aventura de comer hasta lo mas estrambótico,
en el lugar preciso a la hora menos indicada,
moviendo culebritas de caramelo para danzar como ellos,
rodando de satisfacción en el hogar de Hansel y Gretel,
que no se si era de chocolate o de frutos rojos con mermeladas exóticas.
Abrimos un portal refrescante hacia escondites suculentos
rebozantes de amor y arómaticos por naturaleza,
donde esas palabras chorreantes dejan huella y hacen que no pierda el sentido en el camino.
ese fue un fuerte antojo que acabo de tener
ResponderBorrarUn suave bocado... chocolate suizo al paladar poetico...
ResponderBorrarme encanto tu blog... saludos